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Limpie Z as / Febrero 2015 62 Limpiezas específicas Alfombras de Crevil lente: la etiqueta que hace hogar E duardo D íaz D irector G erente y P residente de UNIFAM E l origen de la alfombra se pierde en la oscuridad de los siglos pero se podría situar geográficamente en la cuenca de Turquestán, en donde han sido hallados fragmentos que se remon- tan a los siglos II-VI a. C. Con las grandes migraciones la zona de producción se extendió al este hacia China y al oeste hacia Persia, el Cáucaso y Asia Menor. La alfombra nació para sustituir a las pieles de animales que los nómadas y las poblaciones primitivas dedicadas al pastoreo usaban para protegerse del frío terreno. La maestría en la preparación de teji- dos se originó por la necesidad de man- tener calientes los hogares en las tierras altas y ahorrar combustible. Su evolu- ción enriqueció tanto los colores y dise- ños que nadie puede competir con ellos La alfombra más antigua que se conoce, y aún se conserva, además de los frag- mentos descubiertos en Turquestán, es la Alfombra Pazyryk (de lana decorada con animales y caballeros) encontrada en 1949 en las tumbas del valle de Pazyryk, en la meseta de Altai, Siberia meridional, fecha- ble en el siglo V a. C. (actualmente en el Museo del Hermitage, St. Petersburgo). A partir del siglo VI d. C. florecieron los talleres orientales de corte: en ellos se producían alfombras de grandes dimen- siones, bastante elaboradas y ricas en ornamentos y figuras que requerían me- ses y a veces años de paciente trabajo. Sin embargo, la máxima producción de alfombras se dio entre los siglos XVI y XVII en Herat, Persia (alfombras con decoraciones florales, Florencia, Mus. Bardini). Su llegada a Europa se realizó a tra- vés de las transacciones comerciales de griegos y romanos con los pueblos asiáticos pero, tras la caída del Imperio Romano y los siglos de aislamiento sub- siguientes, las alfombras llegaron de nuevo a Europa por dos vías de pene- tración: una con los árabes, a través de la España musulmana, donde la ocupa- ción morisca ejerció su influencia sobre los artesanos autóctonos, al tiempo que ellos mismos instalaban sus talle- res en las tierras conquistadas; y otra posterior, a través del Imperio Bizantino, tanto por la estancia de los cruzados en Oriente como por las invasiones turcas en Europa central. Respecto a nuestro país, aunque en un principio fue en Andalucía donde más se extendió este tipo de manufactura, pron- to florecieron telares en otros lugares de la Península, difundiéndose el arte de la alfombra durante la Reconquista. Los orígenes de la alfombra en Crevi- llente se remontan a los tiempos de la ocupación morisca, e incluso se afirma que en realidad arranca de la época romana, sin embargo la primera noticia documentada de la existencia de esta ar- tesanía es muy posterior, concretamente del año 1411, cuando un convenio entre pueblos concedía a los habitantes mo- ros de Crevillente el permiso para segar el junco de las zonas pantanosas del Vi- nalopó y el Segura, destinado sin duda a la fabricación de esterillas. Durante los años veinte (1920), y a raíz de la aparición de los telares me- cánicos, se produce la transformación de la industria de esteras de fibras du- ras en modernas alfombras de lana. Las mayores empresas actuales tienen su origen en esta década como empresas familiares, pero su expansión es poste- rior a los años cuarenta, y en muy buena medida, fruto de la favorable coyuntura de los años sesenta. En este momento se inicia la verdadera modernización de maquinaria con la importación de tela- res automáticos procedentes de Bélgica e Inglaterra. Tal renovación técnica co- Historia de la alfombra: desde Turquestán hasta Crevillente

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