Limpiezas

34 Limpieza y su ámbito Limpie Z as / Febrero 2017 RECURSOS HUMANOS N os enorgullecemos de que tenemos uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo. Y creo que es cierto. Sin embargo, a la vez, sufrimos una de las tasas de bajas médicas por enfermedad más altas del mundo. ¿A qué se debe esa incoheren- cia? A mi juicio a varias causas. Una de ellas, a la permisividad social del ab- sentista fraudulento, es decir, aquel que aun estando sano decide no acudir a su puesto de trabajo. Y otra, a la inexis- tencia de una persecución del mismo, tal y como se persigue, por ejemplo, el fraude fiscal. Y aunque las mutuas de trabajo han intentado poner coto a esta lacra, lo cierto y real es que el problema no se soluciona, al menos, en el sector de la limpieza. “Pasada” la crisis, vuelta a las anda- das. El absentismo laboral se ha dispa- rado en 2016 y ha superado los niveles previos a la crisis, una situación que conlleva un coste directo que la Asocia- ción de Mutuas de Accidentes de Traba- jo (Amat) ha cifrado en 72.500 millones de euros. Este importe proviene de los gastos derivados de las contingencias comunes abonados por la Seguridad Social, así como del complemento sala- rial que abona la empresa, en caso de que así lo contemple el convenio colec- tivo. Sin embargo, también existen unos costes indirectos que, aun no estando cuantificados, suponen un gasto eleva- dísimo para las empresas y se derivan del tiempo de búsqueda y sustitución del empleado de baja, la formación para la adaptación del sustituto al puesto de trabajo y la pérdida de calidad que esto puede suponer. En nuestro sector las cifras tampoco son nada halagüeñas. La tasa de au- sencias al trabajo ha crecido hasta el 6,5% en la actividad de la limpieza en la región, muy por encima de la media nacional que se sitúa en el 4,4%, de acuerdo con los últimos datos ofrecidos en el IV Informe Adecco sobre absen- tismo. Según hemos cifrado en AELMA, las ausencias al trabajo le cuestan a las empresas alrededor de 70 millones de euros. La situación es, como cualquiera puede entender, insostenible. Y es que, insostenible es que seis de cada diez trabajadores hayan solicita- do, al menos, un día de baja en el últi- mo año. E insostenible es que la Admi- nistración pública se desentienda de un problema de semejante magnitud y que deje a los empresarios desamparados. Son ellos quienes tienen que asumir la mayoría de los costes, es decir, mante- ner a una persona de baja y contratar a una nueva. El sistema debería tener la obligación de apoyar financieramente a los empresarios ante esta problemá- tica, pues ya que en el sistema, es la Administración pública, la única que tiene la potestad de emitir bajas labo- rales, debe ser ella misma también la que debe soportar los gastos. No puede ser que unos decidan y otros paguen, quedando así el empresario en com- pleta indefensión, sobre todo las pymes que, como siempre, son las más perju- dicadas. Y si, debido a la falta de pre- supuesto, la Administración no puede hacer frente, cuando menos, debe exi- gírsele un mayor rigor y control por par- te de la sanidad pública y las mutuas aseguradoras, tanto en la causa como en la duración de los periodos de baja. Porque muchas de las bajas, desgra- ciadamente, son razonables, inevitables y, por supuesto, un derecho innegable de cualquier trabajador. Esto es indis- cutible. Sin embargo, lo que es intole- rable son las ausencias injustificadas, es decir las bajas por conveniencia y fraudulentas, que algunos empleados tienen programadas y preestablecidas de antemano para solucionar problemas personales o, simplemente, para incre- mentar sus días de vacaciones. Esta circunstancia, que solo se da en España de forma alarmante, supone una burla hacia el empleador, hacia el sistema en sí, y hacia los propios compañeros. La Administración pública debe ac- tuar de forma urgente. Nuestro sector no lo puede soportar más. Nuestro país tampoco. 㔾 Acabar con el absentismo fraudulento J esús M artín P residente de AELMA

RkJQdWJsaXNoZXIy ODM4MTc1