limpìezas 117

con Firma te volver a la naturaleza y nadie lo hace. Sólo es palabrería (y a medida que la población mundial se va convirtiendo en urbana, palabrería desinformada). Los agricultores y ganaderos quizás saben de qué se trata. La gente de ciudad, no. Sólo es fantasía. Otra manera de evaluar la persistencia de la fantasía es tener en cuenta la canti- dad de gente que muere porque no tiene el más mínimo conocimiento acerca de cómo es la naturaleza en realidad. Se ponen junto a animales salvajes, como un bisonte, para sacarse una fotografía y mueren pisoteados, suben a una mon- taña con tiempo inestable sin el mate- rial apropiado y mueren congelados. Se ahogan entre las olas en vacaciones porque no pueden concebir el poder real de lo que despreocupadamente llama- mos ‘la fuerza de la naturaleza’. Han vis- to el océano, pero no han estado en él. Déjenme ahora leerles unos párrafos del escritor americano Michael Crichton, que ha analizado desde su prisma de antropólogo un aspecto muy significati- vo de este contexto idílico de la vida en la naturaleza: «Yo estudié antropología en la universidad y una de las cosas que aprendí fue que ciertas estructuras sociales humanas siempre reaparecen. No pueden eliminarse de la sociedad. Una de esas estructuras es la religión. Hoy en día se dice que vivimos en una sociedad laica en la cual mucha gente (la mejor, la más ilustrada) no cree en ninguna religión. Pero pienso que la re- ligión no puede eliminarse de la psique de la humanidad. Si suprimimos alguna forma, simplemente reaparece en otra. sin experiencia real acerca de la natura- leza. La gente que vive en la naturaleza no es en absoluto romántica. Pueden tener creencias espirituales acerca del mundo que les rodea, pueden tener un sentido de la unidad de la naturaleza o de la vida en todas sus formas, pero siguen matando animales y arrancando plantas para comer, para vivir. Si no lo hicieran, morirían. Y si, incluso ahora, nos situáramos realmente en medio de la naturaleza, aunque sólo sea unos días, rápida- mente se nos quitarían todas nuestra fantasías románticas. Hagan un safari por las junglas de Borneo y en poco tiempo tendrán la piel llena de llagas, bichos por todo el cuerpo, picándoles el pelo, entrándoles por la nariz y las ore- jas. Tendrían infecciones y molestias, y si no estuvieran con alguien que sepa qué hacer, pronto morirían de hambre. Pero lo más probable es que incluso en las junglas de Borneo no experimenten la naturaleza tan directamente, puesto que habrán cubierto todo su cuerpo con repelente de insectos y estarían ha- ciendo todo lo posible para mantener alejados a los bichos. La verdad es que casi nadie quiere vivir la naturaleza real. Lo que quiere la gente es estar una semana o dos en una cabaña en el bosque, con cristales en las ventanas, mosquiteras en las camas y mejor si hay aire acondicionado. Quie- ren una vida más simplificada por un tiempo, sin todos sus cachivaches. O un agradable descenso de un río de unos pocos días, con alguien que les haga la comida a tiempo. Nadie quiere realmen- educación universitaria que crea la no- ción de labores no dignas de ser acepta- das por quien tiene esa educación. Los marcos culturales son otro factor. Ellos se refieren a los aspectos institu- cionales del país, como sus leyes y cos- tumbres políticas, en áreas que afectan a la actividad económica. Por ejemplo, las leyes en las que se puede confiar son una variable vital para el desarrollo y la creación de riqueza. Las legislaciones que no transmiten confianza producen lo contrario: pobreza y atraso. Las re- gulaciones que decretan impuestos as- fixiantes y normativas que ahogan son contrarias al progreso. La Intelligentsia es en opinión del autor otro de los factores que afecta al desarrollo. Sowell regresa al tema de la educación y las posturas de las personas más educadas. Sería lo que otros han definido como la ‘élite conductora’. Las naciones y los grupos de mayor retraso muestran una tendencia hacia la educa- ción con materias y carreras soft , más fáciles y sencillas que las matemáticas, la ingeniería y la medicina. Permítanme comentarles en este punto las curiosas declaraciones del rector de la UC en el acto de presentación de la Fundación Química y Sociedad, en referencia a la ‘huída’ de las nuevas generaciones de las carreras que implicaban un conoci- miento básico de matemáticas previo. Una intelligentsia así, intentará buscar, como ha venido sucediendo tradicional- mente, posiciones en la burocracia y no dentro de las actividades productivas, ya que su preparación no le otorga habili- dades aprovechables en la creación de progreso económico. Son este tipo de conductas las que aparecen en estos grupos sin base cien- tífica y que terminan por diseñar una vi- sión idílica del entorno natural. La visión romántica de un mundo natural como un feliz edén, sólo la sostienen personas El ecologismo necesita estar absolutamente basado en ciencia objetiva y verificable, necesita ser racional y flexible Agosto 2015 / Limpie Z as 33

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