Jesús Martínez Nogal, presidente de AFELIN
Jesús Martínez Nogal Director General Grupo NB

Caso práctico de desinfección: la vuelta a la normalidad de los hoteles medicalizados

desinfección, nebulización, COVID

Dentro del miedo generado a la utilización de los espacios comunes en el sector hotelero en general y a los alojamientos turísticos en particular, unos de los establecimientos que generan más desconfianza son aquellos que durante la actual pandemia han sido destinados al tratamiento de pacientes de COVID-19 de forma previa al alta. Nos referimos a los llamados “hoteles medicalizados” o “Arca de Noé”.

En un sector ya duramente castigado durante la fase de alarma, estos alojamientos arrastran una etiqueta de hotel contaminado difícil de dejar atrás. Por tanto, tanto el proceso de limpieza y descontaminación una vez finalizada su función médica, como el seguimiento posterior de los protocolos de desinfección deben llevarse a cabo con la mayor garantía tanto para el personal del establecimiento, como para sus futuros usuarios.

Es importante destacar que las desinfecciones de estos hoteles se llevan a cabo en la mayor parte de los casos a cargo del propio servicio de salud, con personal especializado y con experiencia previa en desinfecciones.

Primer paso: el proceso de descontaminación

La descontaminación inicial debe llevarse a cabo en varias fases:

  • Fase de acondicionamiento. Incluye la retirada de enseres de forma que las superficies queden lo más despejadas posible, especialmente de papeles, cartones, textiles o cualquier material poroso. Los textiles presentes en habitaciones deben ser retirados y lavados y/o secados a altas temperaturas.
  • Desinfección ambiental previa. Las instalaciones de cuidados para infectados se consideran zonas de riesgo de mayor carga vírica, lo que impone, además de un grado de desinfección mayor, un alto riesgo de contagio para el operario de limpieza. Por ello, se procede en primer lugar a la desinfección vía ambiental de todas las superficies del interior del edificio, por medio de aplicación de un desinfectante virucida de forma aérea, que permita al operario trabajar con mayor seguridad. La aplicación de la desinfección se realiza siempre siguiendo el trayecto desde las zonas menos contaminadas hacia las más contaminadas (de fuera hacia adentro), tanto en el edificio en su conjunto como en cada una de las estancias.
  • Limpieza y desinfección de contacto. En zonas contaminadas, la carga vírica en algunas superficies puede ser muy significativa, por lo que se impone una desinfección en las áreas de mayor riesgo mediante la aplicación de un desinfectante de contacto de forma manual. Si se considera necesario, se pueden aplicar productos con efecto detergente además de viricida. Así, una vez cumplido el plazo de seguridad del biocida se procede a la desinfección manual de las superficies más cercanas a las camas (borde de somieres, cabeceras y mesillas) y de zonas de contacto frecuente en habitaciones (manillas y zonas de contacto en puertas, reposabrazos, interruptores, mandos, pasadores); aseos (encimeras, lavabos, dispensadores, griferías, wc y asideros de cualquier tipo) y zonas comunes (manillas de puertas y ventanas, bancos, botoneras de luz y ascensores, barandillas, mostradores, sofás y zonas de descanso, etc.). Para esta aplicación, se mantiene en todo momento el protocolo de desinfección desde fuera hacia dentro.
  • Desinfección final. Tras la desinfección por contacto de superficies se completa el proceso nuevamente mediante la aplicación de un desinfectante masivo de superficies por vía ambiental con efecto virucida. En esta ocasión, cajones y puertas de armarios se dejan abiertos para garantizar que el producto llegue a todas las superficies. Se realiza la desinfección en este caso desde dentro hacia afuera.
  • Aclarado posterior. De superficies con residuo visible si existe y de todas aquellas que puedan ser utilizadas para contener o depositar alimentos. Se realizará aclarado con agua. Se realizará una vez cumplido el plazo de seguridad y tras la ventilación del establecimiento.

Además del proceso en sí, se tienen en cuenta una serie de factores previos:

  • La elección del producto de desinfección: A la hora de elegir los productos de desinfección, nos enfrentamos a una amplia variedad de artículos recomendados entre los que elegir. Para asegurarnos de realizar la elección correcta, se tienen en cuenta una serie de factores en función principalmente de las características del establecimiento:
    Se eligen siempre productos con efecto virucida y aprobados por el Ministerio de Sanidad.
    El efecto oxidante del producto no debe ser tal que dañe los textiles presentes en la instalación (se hace una prueba previa en caso de duda). Tanto el hipoclorito sódico como el peróxido pueden dañar tapizados y moquetas.
    El contenido ácido del producto no puede dañar cromados o superficies de mármol, especialmente en aseos (puede realizarse prueba previa). Los productos que combinan ácidos en su formulación (acéticos, peracéticos, etc.) pueden dañar algunas superficies.
    Si se combina más de un desinfectante en la misma fase o en fases diferentes, se comprueba que sean siempre compatibles.
    Los productos no dejarán residuos visibles tras su aplicación aérea, de forma que se eviten aclarados masivos posteriores en áreas no sensibles.
  • La elección de EPIs: No debe olvidarse que la desinfección de un área contaminada expone al operario a un ambiente de alta contaminación, por lo que este debe disponer, al menos, de guantes reforzados y gafas frente a salpicaduras. Para las desinfecciones de contacto será suficiente con una mascarilla FFP2 y una bata, que deberá sustituirse por buzo y máscara o media máscara para la desinfección ambiental.

Desinfección hotel medicalizado

Segundo paso: evaluación del proceso

Junto a los test de detección de COVID-19 en muestras biológicas, se han desarrollado test para detección del virus en superficies, lo que supone una herramienta fiable para evaluar la efectividad del proceso de desinfección y un valor añadido para la certificación del trabajo realizado.

El protocolo incluye el muestreo en un número representativo de puntos, cubriendo las diferentes zonas (habitaciones, zonas comunes) y distintas superficies dentro de una misma área (superficies expuestas que han sido desinfectadas por contacto y otras menos expuestas que únicamente se hayan desinfectado por nebulización).
Las muestras se toman frotando las superficies con un hisopo humedecido en solución salina. Estos análisis se realizan por PCR en laboratorio, y el resultado se obtiene pasado un mínimo de 24 horas. Una vez el resultado es negativo (ausencia de detección de Covid) se da luz verde a la ocupación del establecimiento y a la entrada de personal en las instalaciones.

Último paso: seguimiento

Una vez realizada la descontaminación y la posterior comprobación, el establecimiento pasa a ser “uno más” de los establecimientos en fase de preparación para su apertura tras el confinamiento, por lo que deberá adecuarse en la misma línea que el resto del sector. En el apartado de limpieza, esto se traduce en dos líneas de actuación complementarias entre sí:

  • Un plan de limpieza e higiene personalizado para el establecimiento a realizar por el servicio de limpieza, donde se informará de los puntos críticos a higienizar, los productos y las periodicidades.
  • Un plan de desinfección específico, que incluye desinfecciones ambientales que se pueden realizar de forma periódica en zonas comunes o tras eventos puntuales con alta ocupación (salones de celebraciones, conferencias, zonas de juegos,) o desinfecciones puntuales por sospecha de contaminación (detección de fiebre en personal propio o en clientes durante su alojamiento, o positivos o casos sospechosos notificados tras la salida).

Se debe tener en cuenta, no obstante, que tanto los protocolos de descontaminación final tras el desalojo como los planes de mantenimiento higiénico posterior de las instalaciones necesitan ser adecuados para cada caso particular. Específicamente estos últimos necesitarán un seguimiento y reevaluación periódicos para ajustarse a los cambios en los patrones de uso y ocupación, ya sea por necesidades internas o por directrices externas en base a la evolución de la situación epidemiológica.